El ascensor
No me gustan los ascensores. Naturalmente, cuando trabajaba en la Agencia de Medio Ambiente de Madrid, que estaba en un noveno piso, subí en ascensor...a veces. Después de aquello, y según he ido cumpliendo años, he reducido mis principios en lo referente a los ascensores: no utilizarlo a no ser que hubiera que subir a un quinto piso; no utilizarlo a no ser que hubiera que subir a un cuarto piso; no utilizarlo a no ser que hubiera que subir a un tercer piso... Pero, a pesar de todas mis concesiones, nunca pude entrar en aquella caja sin una más que segura prevención hacia el cacharro. Cacharro, sí: Oscila, hace ruidos, cuando es antiguo; te deja un vacío en el estómago cuando va deprisa - los moderno-; provoca un vértigo espantoso si es exterior y se ve la ciudad a través de sus paredes de cristal... Así que, para mí, que no puedo separar los pies del suelo, ni siquiera metafóricamente, sin una tremenda angustia; que tengo vértigo desde que recuerdo; que me asedia la ...