Domingos de lluvia, tardes de chocolate
Hace algunas horas que llueve. Hace algunos días que llueve, en realidad, aunque es algo llevadero: Llueve por la mañana, hasta las dos de la tarde más o menos, y llueve por la noche, lo que me deja tiempo para dar mi paseo vespertino con mi perro a una temperatura muy agradable, porque ya se sabe que, cuando llueve, no hace frío. Así que, hasta hoy, todo era perfecto, porque realmente hace falta que llueva. Pero h oy ha sido diferente. Porque hoy, cuando he salido a dar mi paseo con Niche (se llama Niche porque mi hija, cuando lo vio, decidió que tenía cara de filósofo alemán enfadado) había una llovizna desagradable, de las que te calan y pillas una buena gripe. Así que vuelta a casa, a una tarde oscura, porque acaban de cambiar la hora, y un nada que hacer porq1ue nos han roto la rutina. Y entonces me he acordado de otras tardes iguales en Lavapiés, cuando era jovencita. Porque entonces llovía más, y no...