Día del Libro 2024
Estoy prendida y prendada de un clásico que nunca pensé que me entusiasmaría de este modo, aunque nunca pensé tampoco -qué poca imaginación- que pudiera darle la razón a mi amigo Carlos Bru, insigne notario, más insigne eurodiputado, más insigne aún (por la parte que me tocaba) presidente de la Casa de Europa de Madrid cuando, en un congreso en Murcia, me confesó que le había encontrado el gusto a los clásicos y el resto de la literatura le aburría. Estaba leyendo por aquel entonces poesía clásica griega, y yo pensé que en la vida, ni en cien vidas tampoco, podría leerme la Ilíada o la Odisea en verso: El verso para narrar historias me queda muy lejano. Porque me encantan, y a quién no si se lo lee con un poco de amor y paciencia, el Cantar de Mío Cid, los romances viejos y nuevos, los versos de Berceo. Pero la narración en verso no da mucho más de sí. Llega la prosa, y la novela, y Cervantes (ya sé, los puristas me dirán que ya existía la novela bizant...