Día del Libro 2024
Estoy prendida y prendada de un clásico que nunca pensé que me entusiasmaría de este modo, aunque nunca pensé tampoco -qué poca imaginación- que pudiera darle la razón a mi amigo Carlos Bru, insigne notario, más insigne eurodiputado, más insigne aún (por la parte que me tocaba) presidente de la Casa de Europa de Madrid cuando, en un congreso en Murcia, me confesó que le había encontrado el gusto a los clásicos y el resto de la literatura le aburría. Estaba leyendo por aquel entonces poesía clásica griega, y yo pensé que en la vida, ni en cien vidas tampoco, podría leerme la Ilíada o la Odisea en verso: El verso para narrar historias me queda muy lejano. Porque me encantan, y a quién no si se lo lee con un poco de amor y paciencia, el Cantar de Mío Cid, los romances viejos y nuevos, los versos de Berceo. Pero la narración en verso no da mucho más de sí. Llega la prosa, y la novela, y Cervantes (ya sé, los puristas me dirán que ya existía la novela bizantina hace siglos; pero, al margen de los filólogos y algún que otro curioso, quién se la lee ahora?). Y con Cervantes, filo del XVII, nos topamos con las novelas tal y como las conocemos ahora. Así que aquí estamos de nuevo, Cervantes, Día del Libro. Se empiece por donde se empiece, al menos una de cada tres conversaciones, charlas, comentarios o ensayos sobre Literatura en castellano -o español, tanto da- acaba o empieza en Cervantes.
Y eso que parece que poca gente se ha leído el Quijote, aunque algún caso curioso sí que puedo contar. Porque una vez, cuando estaba en la Junta Directiva del Ateneo, me "empaquetaron" `presentar y moderar una conferencia de un conocido -en su país, Rumanía- erudito sobre Cervantes que estaba empeñado en dar una charla en el Ateneo de Madrid, porque el prestigio que no teníamos en el "suelo patrio" lo teníamos, al parecer, en algunos otros lugares. Y allá voy yo, pillada por mi afición a la Literatura, presentando una conferencia sobre Cervantes dada por un "profe" de la Europa del Este que no sabía yo por qué sabía tanto de Cervantes como parecía. Así que, dispuesta a averiguarlo, mantuve una charleta, previa al evento, con aquel señor gordito y amable durante un buen rato, rato en el que me contó muchas curiosidades del régimen de su país, una de ellas, -la que a mí me interesaba- la mitificación de algunos héroes que, si bien de papel como Don Quijote, respondían a algunos conceptos educativos que querían inculcar a sus jóvenes.
Así que cuando, al final de la conferencia, vi que el coloquio languidecía -más bien no levantaba el vuelo-, reproduje el diálogo que había tenido con él entre bambalinas, y quedó dicho para la posteridad alguna cosa curiosa, que hoy pongo a disposición de mis lectores:
Que don Quijote se estudiaba en las escuelas rumanas por ser un héroe que luchaba siempre contra los poderosos, aunque éstos fueran molinos, y protegía a los débiles con su vida, si era preciso. Cierro este apartado con la curiosidad de que, dicho en boca de mi conferenciante, Don Quijote ha sido, es y será el único caballero andante que ha cabalgado por los bosques de Rumanía, que nunca tuvo Ordenes de Caballería que llevarse a la boca.
Que también se estudiaba Fuenteovejuna, por una razón también muy sencilla: Simboliza la lucha de un pueblo contra el poder. Típico de un régimen socialista. Y a los chicos les encantaba, además, más que Don Quijote (¿será porque el teatro es más fácil de asimilar para los niños? ¿O quizá porque lo de Fuenteovejuna, todos a una, cuadra muy bien con los yo no soy un chivato y otros pactos escolares?).
Resumiendo: España en Rumanía es probable que sea la leche. No lo sé. Pero que Cervantes y El Quijote me han dado experiencias como ésta, curiosa, o como otras muchas divertidas, incluso filosóficas, como he contado en otros Días del Libro en este mismo blog, eso, seguro.
Así que el Día del Libro, Cervantes y El Quijote siguen dando material para escribir, y escribir, y escribir. Y también para que nos olvidemos de otras cosas, porque, ahora que lo pienso, he comenzado esta entrada hablando de un libro que me tiene enamorada, pero se me ha ido el santo al cielo y no he contado cuál es. Qué intriga! 😉
¿Y no es el susodicho? Yo soy más de Sancho, jajaja.
ResponderEliminarNo sé qué decirte, yo tengo una pata en cada sitio, porque reconozco que a Don Quijote todo le sale al revés porque "no es de este mundo", pero sería tan bonito que le salieran bien sus iniciativas! Así que estoy pendiente de Sancho en mi vida diaria, pero siento nostalgia de Don Quijote en esta misma vida. Un dilema
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