Los ricos y los poderosos

         Estoy leyendo una recopilación de comentarios literarios de Vargas Llosa que tituló (era uno de los clásicos que dejé en standby hace años "para cuando tuviera tiempo") La verdad de las mentiras, porque el prólogo trata de que la Literatura es mentirosa, pero nos aporta verdades a las que sólo se puede llegar mediante la ficción. Cosas de intelectuales. 

        Y no tenemos gustos muy diferentes, porque, de treintaicinco comentarios, seis son de novelas de la Generación Perdida Americana. Muchos me parecen para tratarse de comentarios escogidos sobre literatura mundial, así que he supuesto que le encanta, como a mí. Y dentro de esos comentarios está una de mis novelas favoritas, El Gran Gatsby. Favorita mía y supongo que de muchísima gente, porque tiene dos pelis con dos protas irrepetibles, Robert Retford y Leonardo di Caprio. Además de los que hayamos leído la novela. 

        Yo tengo que decir que, aparte de leerme la novela más de una vez, he visto las dos pelis, también más de una vez. Y fiel a mi generación, me gusta más la peli de Robert Redford, primero porque es él, y segundo porque se me hizo muy, pero que muy raro, que Spiderman fuera el "primo provinciano" de Jay Gatsby en el remake. (Ya sé que estoy usando muchos préstamos, pero es que el libro y las pelis son americanos, y tengo que meterme en ambiente). Y, como creo que el que no haya leído la novela seguro que la visto la peli, me lanzo al comentario sin culpabilidad alguna por hacer spoiler ( y sigo con los anglicismos). 

        Pero volviendo al comentario de Vargas Llosa, no coincido con su opinión sobre Daisy y su marido, a los que él ve a través de los ojos de  Nick Carraway, el "primo" de Jay, como seres casi inocentes y algo tiernos, mientras que para mí son el arquetipo del egoísmo, la insensibilidad  y la inconsciencia -el cinismo, en el fondo-, todos ellos nombres para una sola cualidad, la "identidad ombligo". Sí estoy, en cambio, totalmente de acuerdo con cómo define a Gatsby: Un elemento que sólo existe (¿sólo?) en la imaginación de James Gatz, su creador, un trasunto de todo el universo de los ricos, que viven -que son- una burbuja, una entelequia, un mundo aparte y, en el caso de Jay Gatsby, una invención. Y me parece muy acertado, porque cada vez que leo que en la Lista Forbes tal o cual personaje "está entre los diez, o los veinte, o los siete más ricos del mundo", pienso que se equivocan, que eso no es ser rico. Eso es ser poderoso. 

        Porque no es lo mismo: Los ricos viven mejor. Un poderoso tiene que "trabajar": Tomar decisiones, reunirse con otros de su cuerda y negociar, amenazar, convencer, salir de copas, deslocalizar, arriesgar su úlcera o su hígado en las comidas de negocios... Obligaciones. Y, siempre, siempre, competir. Competir por que otros no le ganen la partida, llámese que no le arruinen, llámese estar pendiente de la bolsa o que no le sobrepasen en la dichosa Lista... Y eso no es tener una vida de rico.

        Tener una vida de rico es la que disfrutan los ricos de Gatsbty: Gastar en extravagancias sin importar cuánto ni para qué sirven (en realidad, la definición de extravagancia incluye el que no sirva para nada), vivir sin saber el precio, no pensar nunca en el dinero pero seguir gastando a manos llenas.. Vamos, lo que cuenta una escena de la peli Carros de Fuego, que lo dice todo:

        En un ambiente de competición y rivalidad aparece el personaje de Lord Lindsay, gentleman donde los haya, que "refresca" con el necesario toque de dandysmo una peli que quiere reflejar el ambiente de los Juegos Olímpicos de 1924 en París, a donde sólo iban los deportistas que podían permitírselo de una u otra manera . Y ésta es la escena:

        Un mayordomo termina de rellenar una copa de champán colocada en el extremo de una valla de competición. En el siguiente plano lord Lindsay, pues de él se trata, deja su albornoz y su foulard, con los que se ha resguardado del relente, en manos del mayordomo, y comienza a correr en camiseta y calzón. El nuevo plano recoge una larguísima hilera de vallas en una inmensa pradera con la mansión del lord al fondo, y a éste saltando las vallas, en cada una de las cuales hay una copa llena hasta el borde. Una de ellas se tambalea al paso de Lindsay sin que llegue a derramarse una sola gota de champán, y la escena se funde en negro.

        Eso es ser rico.


        

Comentarios

  1. ¡Maravilloso! Algo tendrían también esos ricos de listos, para no dejarse llevar, (por la codicia) a ser poderosos para aumentar su riqueza, que no su buen vivir.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una vida larga y feliz

Dios está con nosotros

El que tiene un pueblo tiene un tesoro

Es la brecha digital, ¿estúpida?

El 8 de marzo y Cervantes

Qué asco, otra vez jamón!

Lo que nos define

A dónde va Europa

Cuando somos malas, somos malísimas

Algo más que flores