El país de las casas vacías
Cuando era una asidua del Ateneo de Madrid y estaba metida en todos los charcos (mienbro de la Junta de Gobierno, de la Sección de Literatura, de la Comisión de Actividades Culturales, de...), como acostumbro, porque soy exagerada para todo, una vez invitamos a Mario Benedetti a dar una conferencia. Y como solíamos hacer los chicos y chicas de la Sección de Literatura, después de la conferencia nos lo llevamos al bar, para hablar con él, ya relajados, de todo lo divino y lo humano y escuchar lo que nos quisiera contar, que los famosos que llevábamos, mayormente literatos de los muuuuuy buenos, eran muy generosos y nos contaban muchas cosas, amén de interesarse por nuestras vidas y proyectos, como suele hacer, según mi experiencia, la gente generosa que ya no tiene nada que demostrar, porque le sobra excelencia -y curiosidad e interés por sus semejantes y por la vida en general-. Total, que ya me he id...