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Mostrando entradas de septiembre, 2025

Una visita esperada

          Ayer vino a casa mi cuñado Javier. No viene muy a menudo, porque vive en Alemania -en broma, en la familia lo llaman "el hermano", pero con hache aspirada (hay que reivindicar las Letras, así que los de Ciencias que no sepan dónde está la gracia, que investiguen)-, pero hay boda de sobrina, y lo hemos tenido aquí unos días; en concreto, lo hemos tenido en casa una tarde-noche muy, muy agradable, hablando de todo -hasta de política, algo no tan frecuente ya por aquello de las polémicas poco relajadas y nada relajantes-. Y precisamente eso quería comentar, nuestras opiniones compartidas -compartidas por verbalizadas para comentar por el otro, no por idénticas- en un intercambio tranquilo y muy informativo para Leo, hija y sobrina respectivamente, que escuchaba muy interesada (o eso creo).          Y la tal conversación de recordó mis vaivenes sobre no la religión, porque sentimiento religioso siempre he tenido, -como la mayo...

Esos pijos supercultos

      El mundo y la historia están llenos de ejemplos de seres inteligentes que hacen cosas extraordinarias. Y entre esos seres inteligentes yo destacaría a los pijos supercultos. Y no hablo de los que van por el mundo con complejo de superioridad y escupiendo en el ojo a los simples mortales, sino a esos señores y señoras que entienden la buena educación como ser respetuoso y no pisar a los demás, que saben un poco o un mucho de todo pero no alardean y que generalmente tienen buen gusto para las cosas materiales. Pues bien, esos señores y señoras, cuando además de lo anterior tienen la rara cualidad de ser curiosos, podrían llamarse, por ejemplo, Fernando Schwartz.           Y de él quiero escribir hoy, porque, en mi ímproba tarea de seguir sacando libros al banco de mi plaza en verano, este 2025 le ha tocado a la colección de Premios Planeta, que ha ido a reposar dulcemente al sol de agosto hasta que una mano amiga los ha hojeado, sopesado,...