¿Pero estamos todos locos?
Hace algún tiempo, cuando todavía trabajaba, iba en mi coche todas la mañanas hasta la parada del autobús de Moralzarzal, que me dejaba en Moncloa, y desde allí bajaba por Princesa hasta mi trabajo en Ventura Rodríguez. Un día, encontré una vaca en el camino. El pobre animal se había colado por algún hueco de una de las dos vallas de piedra que acotaban la carretera, y ya no pudo salir. Estaba desorientada, andando de un lado a otro, de un carril a otro, arriba y abajo y dando vueltas. Y los coches, parados a ambos lados, veíamos cómo se le escurrían las pezuñas en el asfalto, a punto más de una vez de romperse una pata, hasta que llegó la guardia civil y salimos del atasco. No sé qué pasó con la vaca, pero su imagen dando vueltas, con la cabeza gacha, vencida, tropezando con el asfalto sin dirección, me saltó a la memoria en aquel momento. Se borró la ima...