Divagando
Ayer mi hija me envió por whatsapp (guása, dicen ya muchas de mis amigas, y guása creo que aceptará el Diccionario a poco tardar, por el bien de la comunicación sin complejos, que no del buen lenguaje)... Y ya he empezado a divagar, desde el renglón uno. Porque he interrumpido la narración de lo que me contaba mi hija, que con esta digresión del guása ya se ha quedado fuera. Y es que me he dado cuenta de que divagar es lo mío últimamente. Hace años, pocos, le comentaba a una amiga que, cuando llegaba el buen tiempo, salía a mi jardín con un libro y una cerveza, me sentaba delante de algún rincón bonito y miraba al infinito sin cansarme, sin hacer nada y sin darme cuenta del tiempo; el libro, la gran excusa, volvía a casa sin abrir, y la cerveza me duraba mucho, mucho tiempo. Ahora que tengo todo el tiempo para mí, esos ratos de bonanza ocurren casi todos los días: A una u otra hora, hacia el med...