Querida Transición
Querida Transición: Llevo toda una vida contigo, y no puedo decir que no me hayas decepcionado, porque lo has hecho, y mucho. Quizás es que yo era muy joven y ya se sabe, los jóvenes lo queremos todo y lo queremos ya. O quizás es que ya naciste en la discordia, con aquellas Junta Democrática y Plataforma Democrática enfrentadas, Partido Comunista más aquel señor raro llamado Calvo Serer versus Partido Socialista más casi todos los demás, cada una por su lado y prácticamente irreconciliables. Aunque consiguieron unirse en aquel artefacto raro que vino en llamarse Platajunta, matrimonio de conveniencia donde los haya, ya que lo otro se parecía demasiado, a los ojos de los viejos del lugar (que teníamos bien cerca para oírles repetirlo machaconamente: Eran nuestros padres), a las peleas de la República de la que nadie quería acordarse.
Y digo que llevo toda una vida contigo, pero realmente no sé cuándo llegaste.
Porque en 1975, sí, murió Franco y ya estaba la oposición al régimen en plena efervescencia, pero Franco murió en su cama. Y después, en 1978, se proclamó la Constitución, pero no tenía todos los deditos, como si dijéramos. Porque, entre los Siete Magníficos no hubo ningún vasco, aunque se intentó, y se intentó con ahínco. Pero no querían mojarse con aquel texto, por si acaso, es decir, por si la independencia y por si ETA. Así que aquellos Padres de la Constitución fueron: Un catalán de derechas, Miquel Roca; un catalán comunista, Jordi Solé Tura; algunos del resto de España de derechas, Miguel Herrero de Miñón, Gabriel Cisneros y Jose Pedro Pérez Llorca; otro bien atornillado al antiguo régimen, Fraga; y un socialista, Gregorio Peces Barba. Traduciendo, la derecha franquista, para evitar una involución; los catalanes, para que se mojaran con el régimen que se estrenaba; la otra derecha, la que había comprendido que había que cambiar algo para que nada cambiase; los socialistas, llamados a ser partido de gobierno, visto lo moderados que eran y los apoyos alemanes que tenían; y, por último, los comunistas, que habían protagonizado en exclusiva la oposición al régimen, pero que, sobre todo, debían estar allí porque eran identificables, en tanto que los judíos y los masones no lo eran, y los tres "cocos" del régimen tenían que estar representados.
Y todos se tragaron sapos: Fraga, el aguantarse el genio y los modos autoritarios una temporadita, antes de poder decir aquello de "La calle es mía". Los socialistas tuvieron que renunciar al marxismo y a las banderas republicanas que tanto amaban sus Juventudes. Los comunistas, al leninismo (Dictadura, ni la del proletariado, fue un titular que abrió muchas portadas de periódicos cuando lo proclamó Santiago Carrillo para acelerar el tema). Y los chicos de la UCD, la derecha civilizada, tuvieron que cambiar sus camisas azules por los trajes ídem. Tremendo sacrificio.
Después de la Constitución, la siguiente tanda de igualdad masiva llegó con la Ley General de la Seguridad Social de 1994, con el derecho a una sanidad pública y gratuita, las pensiones no contributivas y algunas otras menudencias. Quince años.
Y llegó ZP, el denostado ZP, ampliando derechos fundamentales a colectivos que no los tenían, y con esas promulgó la Ley de Memoria Histórica, La Ley del Matrimonio Homosexual, la Ley de Violencia de Género, Ley de Dependencia, Divorcio exprés, Ley de Igualdad de las mujeres... Diez años.
Y luego hubo que bailar al son de la famosa frase de Lenin Un paso adelante, dos pasos atrás. Es decir, llegó don Mariano. Y don Mariano se cargó en 2014 la Justicia Universal, vigente en España desde 1985, cuando se promulgó la Ley Orgánica del Poder Judicial; y (2012) recortó la asistencia sanitaria, negándosela a los sin papeles y arriesgando la salud pública, porque podían haberse extendido fácilmente enfermedades de pobres como la tuberculosis u otras similares. Y (2012) redujo el Estatuto de los Trabajadores a la mitad, no sólo en temas de dinero, que eso se recupera, sino en representación sindical y en derechos laborales totalmente consolidados. Así que realmente fueron dos pasos atrás. Siguiendo los pasos de Lenin; es decir, en el buen camino. Diez años otra vez.
Y el paso adelante llegó, por fin, con la Ley de Memoria Democrática. Acelerón, seis años.
PedroPablo tiene, en el imaginario popular, cientos de oraciones: Pedro y Pablo, o Peropalo, o PedroPablo, emprende un viaje para buscar el remedio de una calamidad, y no vuelve hasta que no lo consigue. Camino difícil por otra parte, ya que suelen ir a buscarlo, bien a Roma (un poco lejos a pie), bien al monte Calvario (peor todavía). En el viaje que han emprendido Pedro y Pablo en 2019 parece que, como en las oraciones populares, también han llegado a meta. Porque han conseguido el fin de la desigualdad entre españoles, la desigualdad política que estaba por cerrar.
Querida Transición, hemos hecho un largo camino juntas. Porque veinte años no es nada, pero cuarenta y cinco son toda una vida. Aunque quizás no hayas llegado hasta ahora. O quizás sí que llevas todo este tiempo caminando a mi lado. Da igual. Bienvenida.
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