Dios está con nosotros
Prometo no volver a hablar de política hasta el año que viene. Y me está costando mucho esta entrada, que llevo redactando, cambiando, perfilando, limando, todo lo que ha durado hasta ahora la invasión de Gaza. Pero aunque no sirva para nada, cosa que ya sé, siento la obligación de no callarme, así que escritura automática, allá va, ni repasar ni corregir, porque creo que nunca voy a quedar contenta con lo que escriba en esta página. Mi indignación está muy peleada en este momento con mi decisión de no hacer política desde este altavoz, que tampoco es altavoz, un mero intercambio de emociones -y a veces opiniones- con algunos amigos. viejos y nuevos
Hasta el infinito y más allá, decían en la peli de Disney, y hasta el infinito y más allá llegan la estupidez y el fanatismo de las dos partes en el conflicto Hamás-Israel, aunque lo de Israel tiene más historia; después de todo, Hamás no tiene cuatro mil años (¿son cuatro mil? Creo que sí, o parecido), como sí tiene el pueblo escogido. Porque creo que para entender lo que pasa hay que llegar hasta la Biblia y el fanatismo de los estudiosos judíos, ésos que, por cierto, están exentos de ir al ejército (¿porque tienen una misión más sagrada que defender a su país?). Ese fanatismo que les da todo el derecho del mundo a apropiarse de una tierra que no ha sido la suya durante generaciones, igual que el fanatismo integrista musulmán les da derecho al otro bando a reclamar lo que es de los suyos según lo documentan los tratados internacionales y otros papeluchos que, naturalmente, ante el derecho divino de Israel de ocupar la Tierra Prometida, son papel mojado.
Pero lo que me sorprende de este conflicto es el anacronismo. Porque realmente es anacrónico guiarse, como se guía el 17% de la población ultraconservadora -o sea, los varones que se dedican como única función en su vida a leer e interpretar la Torá, y que cobran por ello, y que no van a la guerra por ello, y que apoyan a Netanyahu porque les conserva estos privilegios, y que son lo bastante influyentes como para mantener un gobierno de ultraderecha repudiado por la mayoría de la población israelí-, como se guía, por el Exodo, ese libro sagrado que también es el nombre de una peli de los años cincuenta, donde un Paul Newman guapísimo lucha por el derecho a una patria de los pobrecitos judíos escapados del holocausto nazi. Judíos que han copiado los métodos nazis y los aplican a los palestinos, en obediencia al mandato de su libro sagrado. Porque dice Yahvé a Moisés (y está copiado tal cual):
Cuando en vuestra tierra saliereis a la guerra contra el enemigo que os atacare, tocaréis alarma con trompetas, y servirán de recuerdo ante Yahvé, vuestro Dios, para que os salve de vuestros enemigos (Exodo, 10, 9). Y sigue: Yo arrojaré ante tí al amorreo, al cananeo, al jeteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo. Guárdate de pactar con los habitantes de la tierra contra la cual vas, pues sería para vosotros la ruina... porque Yahvé se llama celoso, es un Dios celoso (Exodo 16, 11-12). Más de lo mismo: Habló Yahvé a Moisés y le dijo: Anda, subid ya de aquí, ... e id hacia la tierra que con juramento prometí yo a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: a tu descendencia se la daré. Yo mandaré delante de tí un ángel que arrojará al cananeo, al amorreo, al jeteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo (Exodo 33, 1-2).
Y aquí hay tres elementos importantes y distintos: Te doy una tierra para que la conquistes, despreciando a sus habitantes. Te ayudaré con todo mi poder a que la conquistes. Y te exijo que, cuando la conquistes, no dés la paz a los vencidos, porque corres el peligro de contaminarte. Estos tres elementos, cuatro mil años después, todavía configuran la estrategia israelí en el llamado "conflicto palestino", que no es otra cosa que la ocupación por la fuerza de un país que no era el suyo y al que invadieron con la aquiescencia del mundo occidental, todavía en shock ante lo que se ha llamado "el Holocausto". Y lo han hecho despreciando la pátina de civilización que tenemos el resto del mundo occidental y que habla de los derechos de las poblaciones civiles en las guerras, de los derechos de los niños, del respeto a los tratados y tantas otras normas que nos hemos dado para hacer más tolerable nuestro cainismo, y que Israel ha dado de lado desde siempre en aras de su "mandato" divino.
Recapitulando, no le veo solución a este nuevo holocausto a la inversa. Porque, recapitulando, guerra no es: No hay dos Estados, sino un Estado y una organización terrorista. Defensa de un territorio, tampoco, porque Hamás no ha ocupado nada: Simplemente, ha cometido un atentado y se ha retirado, como hace cualquier organización terrorista que se defina como tal. Es más, y haciendo un análisis político fantástico, como hago a veces, en mi fuero interno estoy convencida de que este atentado sólo ha beneficiado al Israel fanático, ése que no quiere convivir en paz, y que, aparentemente, está perdiendo la primacía en el país, ya que según los sondeos el ultraderechismo gobernante en el momento del atentado había conseguido el repudio del 80% de la población, que está más que harta de pasarse la vida vigilando su espalda.
Así que voy a ser más fantástica todavía: ¿No será que, a pesar de los indicios/sospechas/noticias -que seguro que los hubo- el gobierno ultra esperó que pasara algo similar a lo que ha pasado para reforzarse en un gabinete de concentración nacional y, de paso, acometer otro episodio de exterminio de la población palestina, como exige Yahvé?
Porque no entendemos esta mentalidad del ojo por ojo, afortunadamente. Llevamos tantos siglos de cristianismo, donde el principio básico es el perdón y no la venganza, o, dicho correctamente, la misericordia es el estadio superior de la justicia, que ya no entendemos unas filosofías "oficiales" que se nos hacen arcaicas hasta decir basta. Y ello a pesar de que las doctrinas, tanto la cristiana como la musulmana, se alejan demasiado en demasiados casos de estos principios. Pero los principios ahí están, y son valiosos. Y si no, miremos a Israel y veamos qué está haciendo sin pudor, sin vergüenza y, sobre todo, sin arrepentimiento.
Una pena, pero estoy de acuerdo contigo en dos puntos. Este problema no tiene solución y Paul Newman era guapísimo.
ResponderEliminarA largo plazo, cuando el petróleo sea menos importante o nada importante y a papá USA ya no le interese Oriente Medio, quizás los israelíes sean capaces de tener otro tipo de gobiernos. Paul Newman para entonces seguirá siendo guapísimo
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