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Mostrando entradas de mayo, 2025

Mete al ossiso en la cajuela del auto

          Cuando era una niña me encantaban las comedias americanas que ponían por la tele los sábados: Entonces, además de algunas pelis de dibujos animados como Bugs Bunny, había muchas series de humor "blanco", como El show de Lucille Ball o Los nuevos ricos,  familia de montañeses que encuentran petróleo y se mudan a Beverly Hills con su escopeta (el padre), su delantal (la abuela), sus vaqueros ajustados (la hija) y su sombrero montañés (el hijo).           En estas series el español se doblaba en Méjico casi siempre, y era muy divertido oír ese acento y esas palabras, que a veces no entendíamos y con las que, ya de mayores, construimos una frase con la que nos partíamos de risa cada vez que la decíamos -y la decíamos para hacer el chiste siempre que estábamos de buen humor, sólo para reírnos un poco-: Mete al ossiso en la cajuela del auto. Aquello cuadraba perfectamente con el tono humorístico de esas series, p...

Abrir la boca para dejar entrar el aire

        Esta es la historia de mi boca abierta, aún abierta, y no sé por cuánto tiempo, porque no sé cuánto se tarda en asimilar las cosas importantes, teniendo en cuenta que las cosas importantes te llevan a tí a su realidad, y no al revés, y que hay infinitas realidades, como relata tan bien una de las novelas que quiero comentar (y empiezo por el medio, pero da igual; el caos también me ha sorprendido con la boca abierta, que para eso se llama caos).           Todo empezó con la novela de Fernanda Melchor Temporada de huracanes , que de una manera lúcida (y, por tanto, desoladora) destroza el mito de que emigrando se llega a un mundo mejor, en un entorno dominado por la falta de esperanza, la droga y los mitos usuales que los acompañan: el dinero fácil, el cambio de vida por el golpe de suerte, la nulidad del esfuerzo o la honradez, la sospecha -la ilusión- de que otros conocen los atajos que importan...     ...

Por una mirada, un mundo

          Durante años he mantenido la ficción de que no era coqueta y no me importaba el físico. Una mentira muy bien llevada, aunque lo que pasaba realmente era que Salva me veía guapa y yo me veía guapa también  porque me miraba con sus ojos de ¿miope, enamorado, miope enamorado?. Porque no sé si os habéis fijado, pero un miope mirando al infinito es la mirada más enamorada que podáis ver en vuestra vida. Y si no, buscad en Moviestar, Netflix, Filmin o cualquier otra plataforma la peli El filo de la navaja y mirad un ratito en bucle la escena final, cuando Tyrone Power mira al infinito mientras aparece el The End. Me vais a entender.           Y volviendo al lío, estábamos en que Salva me veía "con sus propios ojos", hasta el punto de que no podía dejarle comprarme ropa porque me la compraba una y hasta dos tallas más pequeñas: También, además de guapa, me veía delgada.           Pero ya no...