Mete al ossiso en la cajuela del auto
Cuando era una niña me encantaban las comedias americanas que ponían por la tele los sábados: Entonces, además de algunas pelis de dibujos animados como Bugs Bunny, había muchas series de humor "blanco", como El show de Lucille Ball o Los nuevos ricos, familia de montañeses que encuentran petróleo y se mudan a Beverly Hills con su escopeta (el padre), su delantal (la abuela), sus vaqueros ajustados (la hija) y su sombrero montañés (el hijo).
En estas series el español se doblaba en Méjico casi siempre, y era muy divertido oír ese acento y esas palabras, que a veces no entendíamos y con las que, ya de mayores, construimos una frase con la que nos partíamos de risa cada vez que la decíamos -y la decíamos para hacer el chiste siempre que estábamos de buen humor, sólo para reírnos un poco-: Mete al ossiso en la cajuela del auto. Aquello cuadraba perfectamente con el tono humorístico de esas series, pero tenía un problema: No cuadraba con todas las series que se emitían, porque también se doblaban en Méjico las series de detectives -Seven y Seven, Sunset Strip (Los de mi generacíón se acordarán de lo guapos que eran aquellos detectives)-, las comedias de situación -Embrujada, Wendy y yo-, hasta una serie buenísima de marionetas espaciales, los Thunderbirds, que a mí me ponían muy nerviosa porque, claro, con tanto hilo del que tirar aquellos chicos andaban muuuy despacio...
Y tampoco cuadran con los "eventos", por llamarlos de alguna manera, que me los han recordado. Porque ha sido hoy, con las enésimas noticias sobre los 7.291 muertos en las residencias de Madrid -7291, que se dice pronto-, cuando me ha venido a la cabeza la frase famosa, y, con ella, todas las series de mi infancia televisera. Y luego me han venido a la cabeza los muertos de la dana. Y no cuadran porque ambos, los de las residencias y los de la dana, comparten una cualidad: Han intentado meterlos en la cajuela del auto, para que no se vean, pero los muertos escondidos, aunque no se vean, se huelen. Así que no se pueden esconder. No va a ser tan fácil hacer desaparecer estos ossisos. Después de todo, sólo los chicos de El Padrino, Uno de los nuestros o Muerte entre las flores son lo bastante virtuosos en su oficio como para hacerlos desaparecer de verdad.
Se siente. Todavía no hemos llegado a ese nivel de excelencia. Todavía huelen, aunque se escondan o se pretendan esconder.
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