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Mostrando entradas de septiembre, 2023

Lo que nos define

            Estoy delante del ordenador con dos tubitos en mi nariz regalo de la sanidad pública justamente para mi sesenta y ocho cumpleaños, y la verdad es que, después de poco más de un mes, me siento cómoda con ellos. Y no es porque no haya pasado por las etapas, que -supongo- ya estarán estudiadas, de un shock ante una enfermedad ¿grave?: La incredulidad -le discutí a la médica por qué yo, que estaba estupenda, tenía que soportar aquella condena (dicho en poético, por qué tenía que estar amarrada al duro banco de la galera turquesca, Góngora dixit). La depresión: Salí con la lagrimita cayéndome, antes de que la viera mi marido -que no había podido entrar a la consulta- pensando que mi pobre hija iba a quedarse huerfanita demasiado joven (ni un pensamiento a mí o a mi marido, todo hay que decirlo). La adaptación, que fue la más interesante, con flashes de mi boda, de mis lecturas románticas de novelas medievales, de mi infancia con mi primer tocadi...

La realidad es bella cuando la cuenta la literatura

                 Hubo una vez un carpintero que hizo una jaula, la más bella del mundo. Todo el pueblo fue a verla cuando la colgó de su puerta, de lo bella que era, y alguno la quiso comprar, pero ya estaba comprometida: Era para el hijo del cacique local. Pero cuando el carpintero la llevó a la casa del hacendado, éste la mandó de vuelta y no la quiso comprar. Nadie había contado con él, y eso no le había gustado.                 El carpintero, entonces, herido en su orgullo porque había dicho a todo el pueblo que la jaula estaba vendida, y porque había dado su palabra de hacerla y la otra parte no había cumplido la suya de aceptarla, respondió: " No importa. La hice expresamente para regalársela a Pepe. No pensaba cobrar nada".  Entonces saltó el orgullo del poderoso, con un: " Estúpido. Lo último que faltaba es que un cualquiera venga a dar órdenes en mi casa".  No podía ser...

Patatas con bacalao

           Hace tiempo que busco la receta de patatas con bacalao de mi abuela, sin encontrarla. A mi madre no le gustaba la cocina y sólo comenzó a cocinar -tirando mucho de filete, que era lo cómodo- cuando mi abuela murió, más o menos a la edad que yo tengo ahora. Pero nunca aprendió lo que mi abuela podía enseñarle, porque aprovechó para desaparecer de casa y largarse a trabajar, primero con mi padre en la misma pescadería y después en diferentes tiendas que fueron comprando con un sistema que supongo era clásico en aquellos años, los sesenta y setenta: Abrías una tienda, y contratabas empleados; para un comercio mediano, con dos o tres tenías bastante. Cuando alguno destacaba, le "interesabas" en el negocio, es decir, pactabas con él un tanto por ciento de los beneficios, antes de que la competencia le ofreciera algo mejor, y, a partir de ahí, ya era sólo cuestión de tiempo que te planteara quedarse con la tienda o marcharse a poner la suya propia. Y v...

Cuánto hace que no hablo de libros?

        Estoy leyendo La forja de un rebelde , la novela mítica de Arturo Barea. Bueno, mítica para los jóvenes de izquierda en los años setenta, como era yo. Precisamente la estoy leyendo ahora, y no entonces, porque siempre me han dado mucha prevención los libros fetiche, como era éste. Y no es que hubiera pocos: Estaban Siddhartha y El lobo estepario , de Hermann Hesse, tan tontitos, tontitos, sobre todo Siddhartha , reduciendo toda una filosofía a cuatro bobadas; y Rebelión en la granja , de Orwell,  magistral, para leer y releer sin cansarse; y Los principios fundamentales del materialismo histórico , de Marta Harnecker, libro plomo donde los haya, que hace una especie de catecismo autoritario de la ideología marxista; y La madre ,  de Máximo Gorki, terrible propaganda de sacrificios "por la causa"; y el Poema Pedagógico de Antón Makarenko, narración de un experimento pionero en educación con delincuentes juveniles; y  Rayuela, Cien años d...