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Mostrando entradas de marzo, 2023

Nacho, Mario bom y otr@s chic@s del montón

            Nunca me gustó la Movida. Reconozco que tuve prejuicios desde el minuto uno contra ella, ya que su gran impulsor fue Tierno Galván, el Viejo Profesor , al que yo siempre reproché, también desde el minuto uno, que dividiera a la izquierda con un partido político "nuevo" que lo único que aportaba era un sentido elitista de ser de izquierdas sin tener que codearse con los obreros, ahora llamados clase trabajadora, (cada vez hay que ser más fisnos) por "falta de sintonía" cultural -o por otros motivos más pedestres en los que no quiero entrar, porque tienen que ver con las superioridades intelectuales de algunos, genéricamente llamados "gente progre"-.          El caso es que mi repelús injustificado, porque nunca llegué a racionalizarlo, quedó bastante "arropado" con un programa, creo que de la serie Cachitos de hierro y cromo de TVE en el que contaban cómo, en los años de la famosa movida (que ya no volveré a po...

Del pasado al futuro, pasando por un bautizo

            Hace unos días asistí al bautizo de una sobrina nieta, la octava cronológica, pero la primera a la que bautizaban. Y debo confesar que fue una muy agradable sorpresa, no sólo por el día tan especial -que lo fue-, sino por la protagonista, una pequeña buda muy sabia que no lloró ni una sola vez, que sonreía a todo el mundo y que parecía en su salsa entre toda aquella gente, de unas manos a otras y sin afectarle lo más mínimo tanta movida: Habituada a ser prota desde el primer momento. Como debe ser.          Y la ceremonia no fue menos sorprendente. El oficiante -queda más elegante que cura, espero- fue de lo más cercano y coloquial, y nos hizo un precioso (instructivo también) viaje por la simbología del sacramento, desde el significado del agua (un nacimiento espiritual, después del nacimiento biológico) hasta el del aceite (como se unge a los luchadores antes de los combates, se unge al nacido para que sea un luch...

El ocho de marzo y Carla

          En la facultad de Políticas y Sociología, allá por el año 1976, había una asignatura en cuarto que se llamaba "Cultura y Personalidad". Era del grupo de Antropología Social, y la habíamos elegido como optativa las Tres Marías, para los no-iniciados Lili (con apellido compuesto), Mico (también con apellido compuesto) y yo (con apellido muy corto, aunque muy sonoro). Las Tres Marías que respondíamos mejor al Trío Las Panchas, porque lo dejábamos todo para última hora. Como el trabajo de fin de curso de la asignatura apuntada antes. Porque los trabajos de fin de curso, muchos y diversos en aquella facultad, tenían su ritual: Lili aportaba sus ganas de juerga y sus tentaciones para no dar ni chapa, Mico ponía su preciosa casa en la periferia de Madrid y yo hacía el trabajo mayormente.           Secuencia estándar: Después de la facultad, (nocturno, es decir, a las 22 h), íbamos a casa de Mico a "trabajar"; pero, ah, prime...

Leyendo a los clásicos

            Estoy leyendo a Cortázar, Los autonautas de la cosmopista , y me deja impresionada, cada vez que lo abro, su poder para sumergirme en el mundo del no-tiempo, la no-velocidad, el no-llegar-a-ninguna-parte-y-ser-feliz-por-ello, que, en el fondo, es el lema del libro: Se trata de un viaje París-Marsella en el que se proponen, él y su mujer Carol Dunlop, parar en todas las áreas de descanso para "ver" la autopista desde otro prisma, el prisma del descanso. Y es impresionante el resultado por lo imprevisto, poético (esa cinta de asfalto y esos ruidos interminables, será posible que "llamen" a la poesía), fantasioso y cotidiano a la vez.          Así que, después de todo, el frío tiene sus cosas buenas. Porque estoy leyendo tanto (no sólo el libro de Cortázar; los buenos libros hay que leerlos a poquitos y alternar con otros)  por el frío pelón que hace estos días. Tengo los rosales sin podar, la tela antihierbas que...