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Mostrando entradas de septiembre, 2024

Volver a empezar

          Hay una preciosa novela de Andrés Trapiello, Al morir Don Quijote , que cuenta cómo fue la vida de Sancho, el cura, la sobrina, el bachiller Sansón Carrasco, Aldonza y otra serie de personajes de la novela del ingenioso hidalgo sin desmerecer en absoluto del original.           Y, sin saber por qué, un día me vino a la memoria esta novela, que leí hace algunos años, y se me comparó, como quien no quiere la cosa, con mi vida antes y después de Salva: como si mi vida con Salva hubiera sido el Quijote y mi vida sin él hubiera sido esa continuación de qué ocurre con los personajes secundarios cuando el prota desaparece. Porque el prota era él. Sí, ya sé que para prota, la menda, no me engaño. Y también sé que, mientras estuvimos casados, conservé mi independencia ferozmente, así que, ¿qué es eso de que soy un personaje secundario? Pues sí que lo soy, pero no por mi situación en el cuento, sino por elección, y me explico:...

Sobre techos, nidos y algunos pensamientos

           Cuando mi padre compró nuestro piso en la calle de Salitre, Lavapiés, allá por los años sesenta, lo primero que hizo fue tirarlo y hacerlo nuevo. Realmente lo necesitaba: La distribución era espantosa, el suelo eran todavía las baldosas rojas y amarillas de la bandera nacional tan populares en los cuarenta y cincuenta, la cocina era de carbón... Total, que mi padre se puso en manos de un "maestro de obras" que se llamaba entonces, amigo suyo, y le encomendó hacer una vivienda moderna, con su salón-comedor, su cocina de gas, su cuarto de baño con media bañera -se llamaba poliván- porque no cabía más... En fin, todo nuevo. Y se le ocurrió que debían tener un sitio de almacenaje para maletas, herramientas de poco uso y trastos varios. Lo que ahora se almacena en un garaje, si tienes garaje.         Por aquel entonces no había armarios empotrados, luego no había altillos/maleteros. Así que, buscando un sitio que hiciera las v...

Aventuras y desventuras de una viuda novel

           Dicen que cuando estás "de bajona", además, es cuando te pones enferma y, además, es cuando te caes a lo tonto por las escaleras del metro. Y es verdad. Porque cuando tienes estrés, o estás debilucha, es cuando todos los bichos que pululan por tierra y aire te atacan; en realidad, siempre te atacan, pero entonces pueden contigo. Y cuando tienes estrés, o estás debilucha, también te caes por las escaleras del metro, o te tuerces el tobillo con un bordillo (¡ripio, ripio!), sencillamente porque estás más distraída de lo normal. O tienes menos reflejos. O las dos cosas.         El caso es que yo este finde, después de la indigestión del tanatorio, el responso y el papeleo por la muerte de Salva, he sido la prueba viviente de que todo eso es cierto. Porque se va mi hija a respirar un poco con las amigas, de cena tranquila, yo me siento en el ordenador a hacer el mono (léase jugar al solitario mahjong, que tiene doce niveles y...

Una vida larga y feliz

          Salvador no ha muerto viejo. Porque una vida larga o corta no creo que se mida por los años, sino por el aburrimiento, la soledad, la tristeza o la felicidad y las experiencias. Y de eso su vida ha estado llena, no porque lo diga yo, que también, sino por su personalidad. Porque el tanatorio, ahora que ha muerto, era casi el metro en hora punta: Compañeros de su último trabajo -y se jubiló hace siete años-, amigos del colegio y de su barrio de juventud (que quizá algunos hayan venido a acompañar a la familia), amigos de nuestra urba, pero que hacía diez y quince años que se habían ido y seguían queriéndole... Como le han dicho a mi hija sus amigas: La gente buena se rodea de gente buena.           Pero es que, además de inteligente (muy inteligente, siempre quise encontrar a alguien más inteligente que yo, y lo encontré) y bueno, era divertido. Y original. Que no es lo mismo. Porque no contaba anécdotas divertidas, er...