Volver a empezar
Hay una preciosa novela de Andrés Trapiello, Al morir Don Quijote, que cuenta cómo fue la vida de Sancho, el cura, la sobrina, el bachiller Sansón Carrasco, Aldonza y otra serie de personajes de la novela del ingenioso hidalgo sin desmerecer en absoluto del original.
Y, sin saber por qué, un día me vino a la memoria esta novela, que leí hace algunos años, y se me comparó, como quien no quiere la cosa, con mi vida antes y después de Salva: como si mi vida con Salva hubiera sido el Quijote y mi vida sin él hubiera sido esa continuación de qué ocurre con los personajes secundarios cuando el prota desaparece. Porque el prota era él. Sí, ya sé que para prota, la menda, no me engaño. Y también sé que, mientras estuvimos casados, conservé mi independencia ferozmente, así que, ¿qué es eso de que soy un personaje secundario? Pues sí que lo soy, pero no por mi situación en el cuento, sino por elección, y me explico:
¿Cómo no voy a ser secundaria cuando alguien te dice todos los días: ¿Sabes una cosa? Te quiero. Todos los días. Era ya una broma. Pero sabía que era cierto. Incluso compuso un poema con ese "estribillo". Y era un muy mal poeta, pero algún rasgo poético sí que se le sacaba de todos aquellos ripios. Porque qué importan las rimas, si lo que leemos nos llega al corazón.
Así que sí, en esta novela que fue la vida de Salva soy un personaje secundario, aunque la dama del héroe tiene su protagonismo. Pero ahora toca la parte de "Al morir...", y no sé cómo saldrá. Veremos. Lo que sí que tengo más que claro, cristalino, es que yo seguiré siendo yo. Nada de pobrecita viuda. Viuda, sí. Pobrecita, no. Y no es orgullo (que también): Es que la lástima es hermana de la falta del respeto y prima del ninguneo. Y de eso, nada. Ni lo busco, ni me gusta, ni es mi trayectoria: Después de todo -y desgraciadamente, porque ésos no eran mis planes-, he vivido más años como soltera que como casada. Así que vuelvo a lo conocido, léase ir sola la cine, sola de viaje, sola a los conciertos, sola a... Pero ya lo hice, y lo hacía muy bien: Era una elección, no necesitaba ir en pareja como la guardia civil para vivir mi vida.
Pues volver a empezar, como decían en la peli (que, por cierto, no sé cómo el autor de Solos en la madrugada, Asignatura pendiente o El crack pudo hacer tamaña cursilería tan previsible, además). Porque hay que escribir la segunda parte. Espero ser la excepción a Nunca segundas partes fueron buenas. Veremos.
Ya que lo citas, precisamente el Quijote desmiente lo de las segundas partes.
ResponderEliminarBueno, yo no espero que mi segunda parte sea mejor que la primera, pero gracias por recordármelo, siempre da ánimos que crean en nosotros. Sí que espero que, al menos, no sea un completo fracaso.
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