Irrepetibles setenta
Ayer Ferreras, en La Secta, emitió un reportaje sobre el nuevo gobierno de coalición PSOE-Podemos. Era muy humorístico, de buen rollo, como suele ser todo entre gente pacífica, como somos los rojos. Porque nos siguen llamando rojos, y no nos dicen aquello de "Pues si eres comunista, vete a Rusia" que oímos hasta el aburrimiento en los años setenta, porque no sirvió para nada, y no nos fuimos nadie hasta que echaron a otros jóvenes distintos en este siglo por aquello del paro; pero eso es otra historia.
Como decía, Ferreras hizo un reportaje sobre el nuevo gobierno y el teatro bufo que ha hecho la derecha. Y para la banda sonora eligió, entre otros temas bien escogidos, la canción de la Nueva Trova Cubana Hasta siempre. Y se oyó en el reportaje exactamente lo que nos ponía en pie a los "rojos", la estrofa que decía: "Seguiremos adelante / como junto a tí seguimos / y con Fidel te decimos / ¡Hasta siempre, comandante!".
Y me vi otra vez en el teatro Monumental oyendo a la Nueva Trova, y recuerdo cómo se me iban los pies, y me invadía un sentimiento de felicidad, cuando uno de los viejecitos -porque lo de nueva debió ser allá en el 56, cuando hicieron su revolución- avanzaba hacia el centro del escenario y levantaba las maracas en la canción en la que narraban lo grandes que tenían los vietnamitas sus "corazones", que era lo único que podían oponer a cañones, bombas y academias militares de los yanquis.
No nos interesaba gran cosa la revolución cubana, ni la guerra de Vietnam; pero la música, el cine, el teatro, sobre todo la música, significaba todo: allí estaban los sones caribeños, la música de Chile, los aires andinos... hasta la revolución portuguesa se había hecho al ritmo de una canción: Grándola, Vila morena...
Porque en los años 70 lo que queríamos era color. Necesitábamos color. Y empezamos poquito a poco, con los cantautores, aunque los "entregados" eran muuuuy peñazos: Paco Ibáñez, nuestro referente patrio, era bastante patético poniendo música a maravillosos poemas que destrozaba con aquellos clonc-clonc de su guitarra; pero qué remedio, la música está más al alcance de todos que la literatura...
Y, oh, milagro: Cuando los rojos fuimos un colectivo a tener en cuenta, porque habíamos invadido la clase media y teníamos pasta que gastar en "lo nuestro", apareció la sociedad de consumo para ordeñarnos, y vinieron Moustaqui y la Nova Trova Cubana al Monumental, que era de Raphael -un gran hombre de negocios, como demostró-, y Pablo Milanés y Silvio Rodríguez al teatro Alcalá, y las casas de discos comenzaron a editar discos de Quilapayún, Violeta Parra, Victor Jara, Mercedes Sosa, y también de Brassens, José Afonso, Moustaqui, y el jazz invadió todas las salas de Madrid, incluidos algunos bares de copas, y Lavapiés comenzó ya entonces a ser un referente con las actuaciones en el Barbieri, y de repente esto parecía Barcelona pero con algún grado menos de temperatura.. Porque, quién lo iba a decir, Barcelona en los años setenta era la ciudad más internacional que teníamos...
Y comenzaron a publicarse los libros de poemas "no autorizados" de Alberti, Lorca, Machado, León Felipe,.. Aunque, como me comentó un librero de la cuesta de Moyano que lo sabía todo, la nueva censura era hacer ediciones cortísimas y ponerlas a precios prohibitivos. Pero, como decía más arriba, los rojos habíamos invadido la clase media y teníamos dinero que fundir.
Y para fundirlo, nos fuimos a ver la Plaza del Rossío en el 75, y fuimos al cine a ver La batalla de Chile y Llueve en Santiago (Chile), y La última carga del machete (Cuba), y Zeta (el golpe de los Coroneles en Grecia), y La batalla de Argel... muchas batallas, y nuestra propia guerra contra el color gris de nuestra vida...
Porque la letra con sangre no entra, pero la revolución con música entra mejor...
Y esto ya se va haciendo largo, cuando los setenta fueron tan cortos; así que, como me pediría mi hija, abrevio: Viva el Monumental, Viva Raphael, Viva la sociedad de consumo, que supo ver que preferíamos los discos de vinilo a los casettes grabados de mala manera y vendidos de peor en el Rastro, Viva el color, y la música, y las noches de fiesta y los conciertos en los colegios mayores de la Complu.
Y los que crean que nuestra generación ya se ha pasado, que no se lo crean. Hemos hecho nuestra parte, que no fue pequeña, pero aquí seguimos, que no olvidamos aquello de Lenin de "Dos pasos adelante, uno atrás". Porque la derecha lo ha cambiado hace muy poco a "Un paso adelante, dos atrás".
Así que, insisto: Aquí estamos y aquí seguimos. Y sin alzheimer (espero).
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