Sorpresas te da la vida

        La vida -más bien la casualidad- me la ha jugado, y me la ha jugado bien. Porque yo creía que conocía a Salvador, pero no. No lo conocía del todo. Porque hace poco "requisé" un pen que no había mirado para copiar unos dibujos de iniciales en punto de cruz y me encontré con una sorpresa muuuy, -o mazo, o absolutamente, cualquier adjetivo se queda corto- sorprendente. 

        Porque yo sabía que mi marido escribía versos, no demasiado buenos. Pero lo que no sabía era que también escribía cuentos, y éstos sí que son buenos; al menos, algunos. Y me los encontré en ese pendrive, cuando fui a mirar si tenía espacio para volcar aquellas letras y llevarlas a imprimir a la papelería del pueblo, porque nuestra impresora no funciona -como tantas cosas que "llevaba" Salvador y que le acompañaron en su viaje-.

        Así que esta vez no escribo yo: Copio uno de sus cuentos, el más impactante (aunque siempre pensé que él era así) 

Transmutación

Le dije: “te quiero por tu cuerpo”.

Ella se irguió un poco más poniendo de relieve sus pechos ya perfectos, una sonrisa de gata satisfecha en la cara, contenta de ser “adecuada”, alejados por un rato sus miedos a no ser lo suficientemente buena para mí.

No le dije que, en realidad, la quería a morir por la dulzura de sus ojos; por esa sonrisa que iluminaba de repente toda su cara; por su hablar lento y pausado, reflexionando cada cosa que decía como si necesitase asegurar que ese alumno particularmente torpe entendiera correctamente lo que quería decir.

No le dije que escuchaba, estupefacto y admirado, la profundidad de cuanto me explicaba que, súbitamente, se hacía sencillo y evidente.

No le dije que estaba asombrado de que una criatura tan perfecta hubiese posado sus ojos en mí, que pareciera que de verdad le interesaba, que su juicio sobre mí sobrepasara en tanto la opinión triste que yo mismo tenía de mí. No le dije que, considerándome ella digno de su atención y por alguna misteriosa transmutación que solo podía provenir del contacto físico con ella, me transformaba mágicamente en otra persona, distinta, mejor, más digna, una elegante mariposa ignorante de qué fuerzas poderosísimas han operado para convertir el otrora miserable gusano que era en una criatura por fin bella.

No le dije que la quería simplemente porque la quería; sin razón ni explicación alguna; sin causa ni necesidad de causa; sin origen ni desarrollo ni final.

Pero eso no lo entienden muy bien las mujeres. Por eso, solo le dije: “te quiero por tu cuerpo”. Y para ella fue suficiente

        

Comentarios

  1. Precioso, no hay más palabras., 🤩

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  2. Si, Salvador era así.
    Y de ti, Isabel, su compañera .... cuanto habrá sacado de ti para estas palabras llenas de poesía.
    Una vida bien vivida!!

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  3. Pues lo de hablar poco seguro que no lo decía por mi 😂

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