Tu nombre envenena mis sueños
Quería hacer una entrada sobre los preciosos títulos de pelis y novelas que, a veces, encuentran los autores y que parecen joyas, perfectas en sí mismas; pero tenía la impresión, no sé por qué, de que ya había hablado en alguna parte de este blog de lo importante que es para un lector/espectador que la novela/peli se llame Tu nombre envenena mis sueños, o La niebla y la doncella, o El invierno en Lisboa, o Cae la noche tropical. Porque ya desde el título te creas tu propia fantasía, y acabas viviendo dos historias, la que te has inventado y la de la novela. Y no debo ser la única que hace esto, porque otra novela, Si una noche de invierno un viajero (el inefable Italo Calvino) ya cuenta precisamente esa historia: La de la lectora, que comienza una novela que se trunca y sólo ella puede seguir imaginando, porque el autor sabe que el lector es tan creador de la ficción como él.
Así que repasé las entradas que tengo escritas y no encontré ninguna en la que hablara de este mi amor por las historias perfectas; porque en estos títulos en cursiva que salen en el párrafo anterior hay historias completas a poco que se tenga imaginación: ¿Quién no ve en esos títulos tragedias envueltas en traiciones, misterios, persecuciones, mujeres dulces e inocentes y mujeres malas, malísimas, lugares pacíficos y lugares inquietantes... ?
Una vez, cuando ya era muuuuy famoso Arturo Pérez Reverte, mi amigo Carlos me hizo una de esas preguntas casuales en las que no se pone gran interés pero pica nuestra curiosidad: Desde cuándo conocía al autor de La tabla de Flandes; le contesté que desde que había escrito El maestro de esgrima. Se quedó algo sorprendido, y siguió preguntando, ya con más interés, cómo lo había descubierto. No se esperaba la respuesta: Yo no tenía ni idea de quién era. ¿Y por qué lo compraste?, siguió. Por el título. Cierto. Por el título. ¿Quién no espera encontrar alguna historia de amor, honor e intriga detrás de ese título? Así que sí, por el título. Y por el título seguiré comprando libros, porque su poesía, y su intriga, y su llamada al misterio, a la aventura, a la complicidad con el lector, comienza por esa primera frase redonda, perfecta, que lo resume: el título. Y cuando se ha acertado con él, decidme quién será el guapo o guapa que se podrá resistir a El lejano país de los estanques, Ver Delfos y morir, El lector de Julio Verne, El balcón en invierno, Ojos de agua...
Decía que hojeé las entradas de este blog por si me repetía, que es algo que ya temo porque me dicen muy a menudo eso de "ya lo has contado, mamá" (o Isabel, o pesada, o chata). Pero no. No me he repetido aquí.
Pero, cuando releía cosas de hace algún tiempo -el blog ya tiene dos añitos- me he dado cuenta de que, cada vez más, un blog que comenzó siendo una ventanita para decir -o gritar- lo que pensaba sobre la actualidad, la política, o mis ideas sin más, se ha ido convirtiendo en algo más pacífico y vital. Ya no me interesa dar mi opinión sobre algunos anuncios, aunque me indignan cada vez que los veo; o sobre los partidos políticos (no comment); o sobre algunos temas terribles, como la violencia racista y/u homófoba. Todo esto me sigue indignando, pero cuando me siento delante de esta pantalla me doy cuenta, de golpe, de que no quiero hablar de cosas actuales, porque ya estoy en otra onda. Me preocupa el medio ambiente, y me preocupa el paro juvenil, y me preocupan los radicalismos ideológicos, y más y más, pero no me ocupan. No ocupan mi mente, ni mi tiempo; sí un poquito mi corazón, porque no sería humano desentenderse de las tragedias del mundo. Pero ya no siento que me pertenecen, ni como obligaciones para luchar por ellos, ni como preocupaciones serias. Esto es la jubilación. Sales del mundo activo, y, poco a poco, te vas al mundo de los amigos: Pocos, pero buenos; los has ido construyendo durante muchos años. De las aficiones: Pocas, pero sólidas: lo que te ha ido haciendo feliz a lo largo de los años, expurgadas las curiosidades y los cantos de sirena. De la familia: Están ahí. De las rutinas... Sobre todo, las rutinas: Te has quedado con otras diferentes de las que tenías, lo que siempre has tenido que aplazar "para cuando tenga tiempo": Pasear al perro, leer el periódico, ver programas de cocina, tocar el piano, bordar...
Y aquí viene lo de las contradicciones: La revenida de izquierdas que tiene gustos de burguesita del siglo XIX. Ya. Y también me gusta Jane Austen. Y, cuando era jovencita, me leí todas las novelas de Tarzán y de Sandokán, pero también las de Tolstoi y Dostoyevski. Pero ya no importa. Porque estoy fuera. No sé de qué, pero me siento fuera/libre de algo: Siempre he hecho lo que he querido, pero ahora me da la sensación de que, haciendo lo mismo -es decir, lo que me da la gana-, no tendré que pagar ningún precio. Y eso es porque estoy fuera. No sé si es que he cumplido y por eso se me permite ser como soy, o que ya no importo y por eso no se me tiene en cuenta, pero me da lo mismo. Mi ambición, durante muchos años, fue que me dejaran hacer mi vida en paz, sin críticas y sin presiones. Por fin lo he conseguido. Y, aunque no haya sido por mis méritos, bendigo mis años, que me permiten ser yo a tumba abierta.
Seguiremos informando.
Me ha “epatado”
ResponderEliminarEste párrafo:
“ No sé de qué, pero me siento fuera/libre de algo: Siempre he hecho lo que he querido, pero ahora me da la sensación de que, haciendo lo mismo -es decir, lo que me da la gana-, no tendré que pagar ningún precio. Y eso es porque estoy fuera. No sé si es que he cumplido y por eso se me permite ser como soy, o que ya no importo y por eso no se me tiene en cuenta, pero me da lo mismo.”… porque también lo sentiré mío ( de hecho, lo empiezo a sentir muy representativo) . Es preciso y describe perfectamente la causa de esa cierta desazón de la duda…. Su que no te importe, te pones a reflexionar sobre ello…desde fuera, eso si. Que es mucho más que “estar fuera”, es situarse, buscar voluntariamente el lugar y el ángulo para tener una visión nítida e imparcial de lo observado. Me gusta esa capacidad… me adentro contigo en la duda, miro por tu mismo
Cristal, me fascina y te so rio por abrirme el camino .
Por lo que veo, te puede interesar un librito de Max Weber que, en mi época, se llamaba El político y el científico, aunque creo que le han cambiado el título. Trata de lo importante que es distanciarse para ser objetivo, y realmente convence, además de leerse muy bien (está muy bien escrito). Yo también lo creo, implicarse en los temas es necesario para nuestra salud mental (para sentirnos buenas personas), pero para buscar soluciones hay que tomar distancia impepinablemente.
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