Toc, toc, ¿estás ahi?

        Hace unos días vi una señal de tráfico que me miraba mal, me acerqué a darle un besito para hacernos amigas y creo que fui demasiado entusiasta, porque me dejé una rueda, el radiador partido y el faro derecho del coche. Llegó la Guardia Civil, y fueron muy amables. Eso sí, después de fotografiar la matrícula y comprobar que no era un coche robado; de pedirme el DNI y comprobar que no era una delincuente; y de pedirme el carnet de conducir y comprobar que tenía los quince puntos. Tampoco di señales de venir de una comida con sobremesa y copitas de más, ni de necesitar alguna prueba de consumo de drogas, y tenía el chaleco amarillo, que hasta eso me pidieron.

        El caso es que entonces apareció mi marido, y todo cambió. De repente sentí un hombro en mi cara, una mano en mi cabeza apoyándola contra un hueco calentito y una voz tranquila que hacía chistes, o algo similar. Y me vino a la cabeza algo que me dijo una vez una buena amiga, cuando yo tenía otros pretendientes menos de fiar que mi churri: "Dirán que te quieren, pero nunca están ahí cuando les necesitas".

        Pues sí. Sí que está. Pero entonces vi otra película: Yo, comentándole a mi cuñada favorita: Uno de estos días voy a coger el móvil, lo voy a poner en modo vídeo y voy a empezar a grabar: Nueve de la mañana, mi hija desayuna: recojo las migas de la encimera; once de la mañana, desayuna mi marido: recojo otra vez las migas de la encimera; dos de la tarde, mi marido hace hoy la comida: recojo las pieles de la cebolla de la encimera, barro el suelo y friego la tabla de cortar; cuatro de la tarde: mi hija friega (los platos no, tenemos lavavajillas): Seco el agua de la encimera que deja alrededor de la pila...

        Y sí, realmente lo importante es que te apoyen en los momentos críticos de tu vida; pero esos momentos críticos no son tantos.Y entonces, ¿qué? ¿Dónde está el equilibrio? Pues creo que yo, por esta vez, lo he resuelto: Me quedo con los casos extraordinarios, porque, en realidad, estoy preparada para resolver los cotidianos. Así que, cuando me apoyan, me acunan, incluso me ronronean, soy feliz porque es lo que no sé hacer yo, y siento que he encontrado mi complemento.

        Que no quiere decir que no siga reivindicando que limpien de migas la encimera. Faltaría mas!





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