Obsolescencia programada

         Leí una vez en una novela cuyo título no recuerdo la historia de un relojero que murió de hambre por ser un excepcional maestro. Era tan bueno reparando los relojes que le llevaban a su taller, que nunca volvían a estropearse, así que sus clientes sólo iban una vez, y no volvían nunca. Sus compañeros de profesión le dieron buenos consejos: Debía arreglar los relojes de tal manera que, dejando un mínimo fallo, sus propietarios se quedaran tan contentos del arreglo que fueran fieles clientes, pero el fallo debía irse agravando hasta que el reloj tuviera que terminar en el taller para ser reparado de nuevo. El pobre hombre era tan honrado y tenía tal sentido del trabajo bien hecho que no hizo caso, y se arruinó.

        Lo que le aconsejaban sus colegas al relojero era la obsolescencia programada.

        Estoy muy harta de la obsolescencia programada. Hace años que clamo en el desierto sobre este tema, y nadie me ha hecho caso. A todo el mundo le ha parecido estupendo, hasta que han cambiado los vientos de la emergencia climática y el mundo lleno de basura, poder tirar "algo" cuando ya no gusta, o ya no funciona -aunque todavía tenga un buen uso, o aunque se pueda reparar- y comprar otro "algo" nuevo. A mí, no, y era el bicho raro del lugar donde lo comentaba: Reparar mi reloj me cuesta lo mismo que uno nuevo, pero si lo tiro es basura para el planeta y, además, seguro que el nuevo es de peor calidad, porque éste fue más caro. O Prefiero comprar algo caro que me dure años antes que algo barato de usar y tirar y volver a estrenar cuando lo tire. O Estoy harta de que a todos los electrodomésticos pequeños que tengo se les rompa la piececita de plástico que no tiene recambio. O Estamos trabajando para comprar nuevos  artilugios que se nos quedan obsoletos, cuando deberíamos trabajar para mejorar, y no para mantener el nivel que ya tenemos.

        Pero yo era la rara. Hasta que, de repente, ha llegado el bombazo ¡bienvenido sea, ya era hora! de la publicidad del reciclado, las plataformas de la segunda mano, que parecen un intercambio de cromos por lo fácil y barato. 

        A ver, no me chupo el dedo. Ya sé que estas plataformas hacen un gran negocio, seguramente con las multinacionales del transporte, pero hay que contar con que el sistema capitalista hace negocio con todo, así que mejor que haga negocio con la lucha por un planeta sostenible. Sí, planeta sostenible gracias a estas plataformas que también, cómo no, han aupado negocios esclavistas como Uber, Globo y tantos otros. Pero la herramienta no es buena ni mala, es herramienta. En este caso, la herramienta de la plataforma sirve -me lo ha confirmado mi hija, veinteañera- para que algunos/as jóvenes intercambien ropa usada en lugar de seguir comprando mierda nueva de colorines. Pues bienvenida sea la nueva utilidad. Y bienvenida sea, sobre todo, la nueva normativa de Bruselas: Por una vez, el nuevo año nos ha traído tres reyes de Oriente (y el cuarto se ha quedado allí) y un respiro para el planeta, que falta le hacía.

        Porque la tan denostada Comisión Europea, ese órgano de componendas y negociaciones entre países que no está elegido por nadie y que genera tanta suspicacia, esta vez ha apostado por obligar a las empresas a dar tres años de garantía en las máquinas que venden, y, mucho más importante, a garantizar la existencia de recambios para cada modelo durante un mínimo de diez años. Y eso supone, no sólo que ya no vamos a tener que trabajar para nuestros aparatos rotos u obsoletos, sino, sobre todo, que en toda Europa se va a tener que fabricar con más calidad, puesto que les pueden salir más caras las reparaciones que un  mejor producto. Conclusión: Vamos a tirar menos.

        Así que, planeta, felicidades; economías domésticas, felicidades; jóvenes que vais a cambiar o estáis cambiando el chip de "lo bueno es lo nuevo" por "lo bueno es lo que dura" (o eso espero), felicidades. Y a ver si es verdad aquel chiste que corrió por los ordenadores de la Administración Pública hace años, uno de aquellos en los que nos congelaron el salario, como de costumbre:

        El año que empieza va a ser el paraíso del consumismo:

        Con su mismo coche        Con su mismo traje        Con su mismo ...

        Con su mismo, o con el del vecino, voluntario y consciente. 

        Podría proponer como palabra fetiche de 2022 "Vida Útil". Ya sé que son dos, pero también es un clásico de esta sociedad el dos por uno. Y necesitamos prolongar la vida útil de la Tierra, que es limitada y sólo tenemos una.

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