¿Auctoritas, o potestas?

        Hace algunas semanas (pocas), un experto en comunicación no verbal analizó el modo de empatizar (o no) con el público de los líderes del conflicto que ahora nos ocupa a Europa, Zelenski y Putin. Ante todo, decir que es muy hipócrita por nuestra parte, los europeos, que este conflicto nos ocupe y nos preocupe más que, por ejemplo, la guerra de Bosnia, que también fue en territorio europeo pero que no nos afectaba económicamente y que no incluía en la ecuación a una potencia nuclear como sí ocurre en ésta. En fin, eso da para muchos más debates y no para una mención marginal como ésta.

        Volviendo al tema, el experto decía que, mientras Zelenski ofrecía una imagen cercana con sus conciudadanos, desde seguir viviendo en Ucrania, en lugares inseguros expuestos a todos los peligros inherentes a una guerra, en igualdad con sus compatriotas, hasta sus apariciones con trajes de camuflaje militares con fondo de calles y viviendas en ruinas, bombardeadas e inseguras, como sus conciudadanos, Putin se mostraba con una imagen impoluta de ejecutivo frío y calculador, en su despacho del Kremlin rodeado de símbolos de poder, todo impoluto y perfectamente organizado, justo lo contrario del caos de una guerra impuesta por el "otro".

        Naturalmente, nuestras simpatías automáticamente se dirigen al que se moja, se baja al barro, se implica, está con los suyos, hay muchas maneras de llamarlo. Y esto es un modelo de comunicación que está muy estudiado y las dos partes lo saben, Zelenski como actor que es -y no dudo que patriota, además-  y Putin como jefe de los espías que fue antes que presidente, que parece que se nos olvida, los espías se las saben todas. Y si no, que se lo pregunten a John LeCarré.

        Así que tenemos dos modelos, como decía el experto: La auctoritas, es decir, el liderazgo por prestigio, por dar ejemplo, por credibilidad de la postura (ética, por supuesto), y la potestas, es decir, el poder puro y duro, conseguido de muchas maneras, como se puede demostrar a través de la cantidad de modelos de matones que conocemos, no sólo en política, también en las empresas, en la sociedad y en las familias. 

        Y a eso quiero llegar. Porque los matones, o la potestas, abarca todos los ámbitos. Dijo una periodista ya fallecida, hace muchos años, que "No hay que ser un genio para ser ministro. Los que llegan a ministros, sencillamente, es que se despiertan todos los días diciendo Quiero ser ministro, quiero ser ministro, quiero ser ministro". Esa mujer llevaba muchos años siendo periodista muy reconocida de ABC, y sabía de lo que hablaba. Me dejó impresionada por lo certero de su afirmación: Sinceramente creo que una persona que dirija toda su inteligencia y todas sus energías a un solo objetivo tiene más fuerza que cualquier otro más inteligente o con más energía que se disperse, distraiga, diversifique... hay muchas maneras de decirlo. Vamos, que los de ideas fijas triunfan. Y si esa idea fija es "Quiero mandar", triunfa. El famoso "Más vale ser cabeza de ratón que cola de león", que a mí siempre me ha parecido el colmo de la soberbia y el colmo del ensalzamiento del matón de barrio, triunfa: Tú manda, a quien sea, aunque sea a un nivel ínfimo, que el caso es estar en la parte de arriba de la relación de poder, sea el poder que sea. 

        Y ¿cómo se llega a ser la cabeza de ratón? Pues, como decía alguien, -porque mi cerebro todavía está para pensar pero no para recordar citas-, "Para que los malos triunfen sólo hace falta que los buenos no hagan nada". 

        Esto sirve para todos los ámbitos. Pero para la política se han creado los partidos políticos; para las empresas se han creado los sindicatos; para la sociedad se han creado las asociaciones de consumidores, las asociaciones de barrio, las asociaciones de "Amigos de...", "En defensa de..." Pero, ¿Y para las familias? ¿A los matones que hay en todas las familias, qué se hace con ellos? Creo que tenemos una asignatura pendiente como sociedad, porque de este "Los trapos sucios se lavan en casa" han salido muchas malas prácticas, demasiadas para hacer una lista aquí, porque, naturalmente, cada una de esas malas prácticas sería contestada -estoy segura- por todos los que siguen defendiéndolas como pilares de nuestra sociedad.

        Así que aquí lo dejo. Sólo insistir en que, según mi experiencia, cada matón que consigue que los que están en su entorno piensen -o actúen- con decisiones como "ceder para pacificar", "excluir a una parte para que no haya enfrentamientos", "yo no me mojo" y tantas opciones para lo mismo, que no intenten meter la cabeza debajo del ala como los avestruces: Los matones se van apropiando de los espacios que les dejan los demás, siempre: Sobran los ejemplos. 

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