A la vejez, viruelas

         A la vejez, viruelas: Nunca quise preguntar qué significaba este dicho porque me parecía tan sentencioso, que me sentía muy paleta por no saber interpretarlo. Hasta que, con la edad y viendo cuándo lo decían mis mayores, me di cuenta: Servía para criticar aquellos comportamientos propios de los jóvenes cuando no eran precisamente jóvenes los protagonistas. Porque, claro, las viruelas eran una enfermedad de juventud, como el acné, las paperas o el sarampión, y, por tanto, era impropia su aparición en un viejo, llámense viruelas o enamoramientos, comportamientos juerguistas o cualquier actitud poco edificante para alguien "de respeto".

        Pero a mí me ha tocado este dicho de "a la vejez, viruelas", y feliz de poder disfrutarlo. Porque debo de ser una de las pocas privilegiadas que van a mejorar su salud con la edad en lugar de empeorarla. Sí, tengo asma. Y sí, estoy feliz. Feliz de tener asma, pero, sobre todo, feliz de que me lo hayan diagnosticado y feliz de que no sea algo peor. Porque ha sido un suplicio.

        Suplicio las mascarillas que no me han dejado respirar durante más de un año. Suplicio los ataques de ansiedad que me han dado, al final de la pandemia, en algún centro comercial, cuando tenía que ponerme la mascarilla para entrar. Suplicio toda mi infancia, en la que me machacaron con pinchazos, vacunas, análisis de sangre, madrugones para hacer todo eso antes de la hora del cole, tardes perdidas en las consultas de los entonces llamados "practicantes", cojeras terribles de aquellos pinchazos tan dolorosos (nadie que no lo haya sufrido sabe lo que duele una inyección de hígado o de hierro), y todo para seguir tosiendo todas las noches: Porque mis recuerdos de aquellos años son noches en las que me dormía sentada en la cama para no toser, y, según mi cuerpo se iba relajando y "escurriendo" hacia la horizontal, mis bronquios se rebelaban y volvía a toser dormida, hasta que me despertaba la tos y volvía a la primitiva posición de "sentada se vive mejor". 

        No quiere decir que no haya disfrutado: Como la ignorancia es muy audaz (y nadie me había dicho que tenía "algo" que me limitaba), me las he apañado todos estos años para hacer algo de escalada, poco -el Montón de Trigo, el Pico de la Miel-, espeleología, poca - la Galiana, la Coventosa-, senderismo... Vamos, que he hecho de todo, excepto correr: Correr no he podido nunca, ni cinco metros. En algún sitio tenía que estar el tope.

        El caso es que ahora, después de tantos años, cuando por fin! mi médico me ha remitido al neumólogo y me han diagnosticado asma -pulmones perfectos, a pesar de haber fumado muchos años; corazón perfecto, a pesar de antecedentes familiares poco optimistas-, porque mis bronquios están completamente cerrados, he bailado, o llorado, tanto da,  de felicidad.    Porque el tratamiento es sorber (ya sé que se llama "inhalar", pero estoy tan feliz que quiero ser rompedora y provocar un poco a los "puristas" ) unos polvitos cuatro veces al día. Y ya está!. Fácil, no?

        Y sé que lo he dicho más arriba, pero estoy tan feliz, que quiero repetirlo, no sólo, pero también para creérmelo: Soy de las pocas privilegiadas que con la edad van a estar mejor de salud en lugar de peor. Así que sí, A la vejez, viruelas. Gracias, neumólogo. Gracias, hospital. Gracias, Medicina. Gracias, gente que investiga, que se pregunta cosas y quiere respuestas. Estoy viviendo tiempos preciosos. Mi optimismo antropológico tiene sentido. Hurra!





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