Yo bien, gracias
Hace algunos meses mi cuñada favorita (tengo cinco cuñadas favoritas) me mandó una convocatoria de concurso de microrrelatos, cosa que le agradecí mucho, porque me cuesta pasar de una página cuando escribo. Lo mío es el lema de Gracián, "Le bueno, si breve, dos veces bueno", aunque en mi caso es que me falta pericia para estirar el chicle. Cuando ya he contado lo que pretendía, se me vacía el cerebro. En fin!
Total, que me puse a escribir, y me empezó a salir bien. La muestra? Aquí está:
Mi hija no me quiere dar nietos. Mi partido no gana las elecciones. La última dana arrasó mi manzanito. Tengo asma, colesterol y, si engordo, tendré diabetes. Mi marido ha cultivado una tripita interesante. También soy feliz.
Y mientras veo las águilas y los azores planear en mi cielo del Guadarrama -qué Olimpo, vivir bajo el cielo del Guadarrama-, no sé si comprarme un libro de autoayuda, o pasar de todo y tomarme una cerveza bien fría debajo de mi precioso castaño, o quizás no pensar -fluir, como se dice ahora-.
Quizás no sea normal. Quizás deba consultar a alguien... Quizás...
Y aquí me rayé. Porque no sabía cómo seguir. Cómo decir que me importaba un pito; que las críticas -pero vamos a hablar bien y a llamarlas opiniones- me interesan poco, aunque no me gustan; vamos, que no mola que me critiquen ¿a quién le gusta?, pero en realidad sólo me llegan al forro de lo que sea el dichoso forro por donde se pasa la gente las cosas que no le interesan.
Pero el caso es que sé lo importante que es acabar algo -un discurso, un espich, un cuento- con una frase contundente, bien pensada, redonda, sobre todo en estas distancias cortas, donde todo es importante. Y no me salía. Hasta que me fui con mi hija a Madeira, hace unas semanas. Porque, vamos a ver: Los nietos, los trabajos, los hobbies, los dineros, serán muy importantes, pero a mí -no sé a los demás-, con la que se me cae la baba es con mi hija. Sólo tengo una, así que no puedo saber si con todos -si tuviera más- me pasaría lo mismo, aunque sospecho que sí.
Así que, burla burlando, ya tengo el final de mi microrrelato:
Quizá no sea normal. Quizá deba consultar a alguien. O no. Porque me voy con mi hija a Madeira, y "Mañana será otro día".
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