La importancia de la felicidad

        Acabo de ver en la tele un episodio de la serie El Comisario. A mí me viene bien que repongan en la programación de la mañana de la tele algunas series del año de la tos: No las había visto, y ahora tengo tiempo para todo, hasta para ver series. No tiene mucho mérito, porque me gustan todas las series de polis, de intriga y de hospitales, y no por ese orden. El caso es que en este episodio uno de los casos -siempre "colocan" dos casos para que, al menos, uno de ellos mantenga la intriga- trata del robo de un cuadro famoso escondido en España por un nazi "reciclado" por el régimen.

        La trama incluye dos bandas distintas de ladrones, dos asesinatos y dos interesados en el cuadro: Uno, el heredero legítimo del cuadro robado (judío), y dos, el heredero del ladrón nazi, el único que sabía la historia del cuadro, "porque era el hijo varón" (sic).

       Cuando detiene la policía al judío, éste habla de la injusticia, de que los medios legales no le han resuelto nada, de que sólo le quedó ponerse al nivel de sus ofensores, y el policía le contesta algo así como "Ha contratado usted a asesinos para recuperar lo suyo". Vamos, que ha puesto sobre la mesa la legitimidad del ojo por ojo. Y es importante que una serie que no estuvo mal, pero no deja de ser una serie tontita, diga cosas tan importantes: El "ojo por ojo" no se tolera en una sociedad avanzada. En una sociedad avanzada se busca la justicia, que no es exactamente la venganza, ni siquiera la reposición de un status quo si éste no cumple algunas reglas.

        Pero por encima de la justicia está la misericordia. Sí, ya sé que eso suena mucho a cristiano, pero creo que el cristianismo, entre todas la religiones, ha sido un sistema filosófico -para los agnósticos y ateos; paro los cristianos es algo más- muy avanzado: Ha dado varios pasos en el camino hacia un ser humano y una sociedad más civilizadas (ahora diríamos inclusivas). Y me explico:

    Cuando oigo -desde hace años, no sólo ahora- noticias sobre los territorios palestinos e Israel, Siempre, pero siempre, siempre, como dice la canción, y haya ocurrido lo que haya ocurrido, hay veinte muertos palestinos por cada muerto israelí. Y no puedo remediarlo, me recuerda a las películas de nazis en las que, cada vez que moría algún miembro de las SS, ejecutaban a veinte, treinta, cincuenta judíos por cada uno de los nazis. Ojo por ojo, religión judía, las creencias legitiman las actuaciones. Y con sus políticas de ahora legitiman también lo que les hicieron a ellos, no sé si se han dado cuenta.

        ¿Pero?

        Siempre he pensado que trabajar para ser mejor persona es el único camino hacia la felicidad real y concreta en este mundo, y, caso de que no haya otro, éste es la única oportunidad para ser feliz. Pero trabajar para ser mejor persona implica excluir de la trama -o de la ecuación, para los de ciencias- el ponerse al mismo nivel de los que nos hacen la puñeta. Para ponerlo fácil a quien me lea: El ojo por ojo es un atraso en el desarrollo personal.

        ¿Y en el desarrollo de la especie? Pues sobre esto siempre quise contar algo de lo que me habló mi amigo Antonio López Campillo en el Ateneo. Antonio era un físico que se exilió en los años 60, recaló en París, trabajó en el CNRS, volvió a España al cabo de los años y terminó siendo socio del Ateneo Científico, Literario y Artístico, -vulgarmente, Ateneo-, hacia los años ochenta, donde nos hicimos amigos. Y hablando un día de cosas raras -era un hombre al que mejor tirar de la lengua y dejarle hablar que mantener una conversación de fifty-fifty- me contó las investigaciones que se habían hecho sobre animales sociales: Las manadas de lobos, en concreto.

        Dichas investigaciones habían concluido que, cuando el jefe de la manada -el macho alfa- es generoso con sus rivales y después de un desafío les deja vivir, la manada se hace más fuerte y, a la larga, se convierte en la dominante del territorio, mientras que cuando el macho alfa es letal con sus rivales, su manada se debilita, porque pierde todos los machos jóvenes que se atreven a desafiar al jefe, y eso la deja sin un "cuerpo de élite" que la defienda.

        Así que, desde el punto de vista personal -la felicidad se consigue superando etapas y no quedándose precisamente en la etapa de los que nos hacen mal- tanto como desde el punto de vista de la especie -asimilar en el grupo a nuestros rivales para hacer el grupo más fuerte-, la superación de la venganza es fundamental.

        Pero no debe quedarse ahí la filosofía de la persona, ni de la sociedad: la superación de la justicia también es fundamental, porque justicia supone nivelar, no superar; quedarse en el estadio en el que ya se está, no subir un peldaño. Vamos, que, sin ser religiosa, el valor de integrar la justicia en algo superior como la misericordia,  me parece fundamental. Y no como valor religioso, porque para los no-religiosos esto no tendría sentido, sino como elemento filosófico-ético (pero muy eficaz, y, por tanto, muy práctico) para conseguir la felicidad individual en este mundo: Sólo debemos competir con nosotros mismos, y para aquellas lograr las metas que nos hayamos propuesto, no para las que nos dictan desde fuera.

        Total: Hay que ser feliz superando el nivel de los que nos hacen mal, de los que nos quieren mal, de los que quieren competir con nosotros, en el plano negativo; en el plano positivo, ser feliz supone compartir con los demás, aunque sólo sea para no sentirnos culpables (responsables, vamos a no fomentar sentimientos de culpa), creer que con cada amigo, cada experiencia, cada acción, te estás convirtiendo en mejor persona, signifique eso lo que signifique. Y, de paso, si muchos seguimos esta norma la supervivencia de la especie también tendrá más posibilidades.

        Y cómo he llegado hasta aquí? Ni idea. Divagando, al parecer...

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