Una visita esperada
Ayer vino a casa mi cuñado Javier. No viene muy a menudo, porque vive en Alemania -en broma, en la familia lo llaman "el hermano", pero con hache aspirada (hay que reivindicar las Letras, así que los de Ciencias que no sepan dónde está la gracia, que investiguen)-, pero hay boda de sobrina, y lo hemos tenido aquí unos días; en concreto, lo hemos tenido en casa una tarde-noche muy, muy agradable, hablando de todo -hasta de política, algo no tan frecuente ya por aquello de las polémicas poco relajadas y nada relajantes-. Y precisamente eso quería comentar, nuestras opiniones compartidas -compartidas por verbalizadas para comentar por el otro, no por idénticas- en un intercambio tranquilo y muy informativo para Leo, hija y sobrina respectivamente, que escuchaba muy interesada (o eso creo). Y la tal conversación de recordó mis vaivenes sobre no la religión, porque sentimiento religioso siempre he tenido, -como la mayo...